Para soñadores que no se avergüenzan en profundizar en su propio interior y dejan emerger sus sueños a través de las palabras. Para navegantes sin brújula que aún siguen guiándose por las estrellas porque prefieren la sorpresa del soñador que la certeza de lo calibrado. Para quienes van mas allá, y ven y escuchan y siguen sintiendo... Para ti que lo encontraste.

jueves, 17 de enero de 2008

DIRIGIR O SER DIRIGIDO





Hablar de dirección me remite a responsabilidad। Quién dirige asume la responsabilidad del acto y quien es dirigido la esquiva o se somete a ella. Si mal no recuerdo hay un estudio realizado a raíz del genocidio nazi que explica como al actuar bajo el mandato, el dirigido evade la responsabilidad llegando incluso a actuar en contra de sus ideales. Este estudio me remite a la película,
“El experimento” de Oliver Hirchbiegel, que relata cómo un grupo de voluntarios se someten a un estudio consistente en actuar como carceleros y presos dentro de una cárcel simulada. A los dos días se observa como ambos grupos han interiorizado su papel hasta el grado máximo. La acción de la película se inicia cuando los carceleros ante el peligro de perder el control de sus subordinados inician una estrategia basada en la humillación. Los carceleros acaban actuando sin escrúpulos al asumir que actúan siguiendo las expectativas del “doctor” que dirige el experimento, justificando la atrocidad a un deber, al papel que les ha sido asignado. Es precisamente este papel el que cada individuo asume dentro de su entorno social y desarrolla actitudes para llevarlo acabo. Directores y dirigidos, a veces por propia voluntad y otras por imposición. Pero aún así creo que el papel que cada uno asume está íntimamente relacionado con su personalidad. No sabría perfilar las características del “director” y del “dirigido”, pero a grandes rasgos me atrevo a decir que el director debe ser más tenaz y ambicioso que el “dirigido”, quizás más conformista.
Personalmente no sé quien soy, si el director o el dirigido. Cuando era una niña mandaba, pero ahora mas adulta siento ese terror a mandar y equivocarme. Cuando me siento directora de mi propia vida me aterrorizo, así que no sé si algún día podré dirigir a otros y que mis equivocaciones tengan otras consecuencias que no sean contra mi misma. Tía Mari, cuando no quería obedecer, me decía que obedecer era lo mas fácil porque así nunca te equivocabas. Y tenía razón. Pero hay momento en que no hay nadie a quien obedecer y el éxito o el fracaso de nuestra propia vida depende exclusivamente de si somos o no unos buenos directores de nosotros mismos.

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